Titus Flaminius es un joven
abogado que lo tiene todo, dinero, comodidad, inteligencia, etc. Su madre
escribe guion es para teatros,
tiene una amiga cuyo amante es nada menos que Julio Cesar, emperador de Roma.
Titus
tiene un amigo, a la vez considerado su hermano de leche: Bruto. Titus lo
admira por su determinación en todo lo que hace y porque siempre está a su lado
cuando más lo necesita.
La
historia de Flaminius transcurre con la vida bulliciosa y rica de una Roma en
plena República. Titus se encuentra en sus anchas cuando un suceso aterrador
vuelca todo su mundo. Su madre ha sido asesinada. Es a partir de ese momento
cuando Titus pasa de ser un joven patricio lleno de miedos a ser el Titus
Flaminius abogado en defensa de los más pobres: En Roma la “policía” solo
estaba para poner el orden en las ciudades, no para buscar asesinos. Flaminius
decide buscar por su propia cuenta al asesino de su madre y una supuesta joya
que Julio Cesar regaló a su amante, y que, días después la habían robado.
Los indicios le llevarán hasta la bella Licinia, una de las
vestales que guardaban el fuego sagrado. Titus se enamora de ella y cuando todo
se descubre, deciden compartir su amor en una casa que ella tenía pero Licinia
se suicida a la mañana siguiente. Titus le había pedido matrimonio y se queda
destrozado.
Es el primer libro de la Saga Titus Flaminius.
El autor es Jean –
François Nahmias
Una fría y lluviosa tarde de invierno
Jean – François Nahmias se encontraba en su estudio de París trabajando. Había
empezado a escribir la segunda novela de la saga y estaba totalmente volcado en
su trabajo cuando recibió una visita que además de inesperada fue sin duda
sorprendente.
Se levantó a abrir la puerta y casi se
desmaya cuando vio a su propio personaje, delante de él.
Cuando se recuperó del susto inicial,
le invitó a entrar y mantuvieron la siguiente conversación:
Jean – François: no me puedo creer que
seas real y que estés delante de mí en estos momentos.
Dime… ¿qué quieres de mí?
Titus: sin
duda he salido de mi libro para comentarte algo importante.
Jean – François: tú dirás. Toma asiento y
cuéntame que te ha traído hasta mí.
Titus:
verás… tú eres mi creador y como tal creo que no me has tratado bien. ¿Por qué
tuviste que matar a mi amada Licinia después de todo lo que tuve que sufrir?
¿No me merecía ser feliz?
Vengo a exigirte que cambies el final.
Jean – François: me hace gracia tu osadía.
Yo soy quien te ha creado y yo soy quien decide tu futuro. El final está escrito y no hay
cambio posible. Además… ¿quién te ha dicho a ti que ibas a ser feliz con esa
mujer? ¿No has pensado que tengo mejores planes para ti y que algo mejor te
está reservado en las siguientes novelas?
Titus: no
me puedo creer lo que estoy oyendo. Dame una oportunidad de vivir feliz con
ella. No me dejes así. Por favor, sólo escucha el final que te propongo.
Jean – François:
adelante te escucho.
Titus:
podría terminar así. Lo he escrito para ti. Voy a leerlo:
“En
ese instante la vio. Estaba a su lado, con los ojos cerrados. No quiso
despertarla. El sol del mediodía bañaba su cuerpo. Aún no podía creer la suerte
que tenía. Permaneció sentado observándola y recordando la noche anterior. Al
cabo de unos instantes Licinia se despertó:
-Titus, ¿eres real? Pensaba que todo había sido un sueño,
pero ahora veo que no.
- Mi amada Licinia, no puedo ser más feliz.
- Tengo que contestar a tu pregunta…
Ella se levantó de la cama, se acercó a él y le habló con
una voz dulce y llena de amor.
- Aceptaré ser tu esposa.
Él no dijo nada, simplemente la besó y su cara reflejó
todo el amor y la felicidad que tenía reservado sólo para ella.
Se separaron lentamente sin dejar de mirarse adivinando
el uno el pensamiento del otro y deseando empezar a caminar juntos una nueva
vida llena de dicha y buenos presagios.
Ahora tocaba hacer pública tanta dicha. Partieron hacia
Roma y en casa de Titus convocaron a sus amigos para compartir con ellos la
buena noticia.
Licinia estaba más bella y radiante que nunca y Titus no
cabía en sí de gozo. Todo lo pasado, pasado estaba y ahora solo cabía mirar al
futuro.
- Licinia, te amo más que a la vida.
- Titus, te amo más que a la vida.
Con estas palabras hicieron público su amor ante la
alegría de los presentes.”
Jean – François: sin duda es un final feliz que a mí no me
agrada. Estoy empezando a escribir una segunda novela contigo como personaje y
no hay cabida para un Titus enamorado. Debes estar solo y libre para lo que
tengo pensado para ti. No obstante, te daré la felicidad que buscas en el
próximo libro. Ahora vete. Debo seguir trabajando.
Titus: volveré si no cumples tu
promesa.
Y con esta última frase desapareció dejando al escritor
pensativo y preguntándose si todo había sido real.