Mensaje en la pared.
Rocío acababa de empezar la universidad y compartía un pequeño piso con Carmen.
Al principio todo iba bien, las dos estudiaban en el mismo sitio, tenían los mismos horarios y lo hacían todo juntas.
Después de Navidad, Carmen dejó de salir y empezó a centrarse más en sus estudios y organizar un poco más su vida. Tal vez porque ella no era tan inteligente como Rocío y por supuesto, tampoco era tan popular.
Poco a poco se fueron distanciando porque ya no veían la vida de la misma forma.
Rocío salía cada vez más y traía a casa a chicos que pasaban la noche con ella.
Una noche, Carmen llegó tarde a casa y cuando entró escuchó ruidos. Decidió no encender la luz para no molestar y pasar inadvertida. Se fue derecha a la cama y se durmió al instante porque estaba muy cansada.
Por la mañana desayunó, se duchó y se preparó para ir a clase. Como Rocío parecía no haberse despertado, se fue para no molestar.
Cuando regresó a casa a la hora de comer, todavía Rocío no se había levantado. Esta vez sí entró en su habitación y lo que vio jamás podrá olvidarlo; Carmen estaba en el suelo en un charco de sangre y en la pared de su cama alguien había escrito con sangre: Menos mal que no encendiste la luz, podrías haber sido tú...
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